Por Alejandra Díaz Anaya
Azul, verde, amarillo, naranja, morado y rojo son algunos de los colores que decoran el festival en esta ocasión, la peluca de la payasita y su carpa de cuenta cuentos, ula-ulas, crayolas y cientos de casas que rodean las escuelas con instalaciones nuevas de Arvento, fraccionamiento localizado a un costado de la carretera a Cajititlán y que se identifica por su diseño moderno y colorido. 
Las pintacaritas del día de hoy en la carpa del DIF municipal se lucen con diseños originales y divertidos nunca antes visto este año en Marometa. Raúl decidió pintarse de dálmata y Luis, su hermano, se pintó de “Solovino” como un perrito que tenía. Luis, antes de pintarse, se detuvo en el taller de barro, aquí moldeó un corazón con un mensaje que se lee “Te amo”. Se lo dará a su pequeña novia de 10 años, quien se la ha pasado sumergiéndose en las albercas mientras Luis ha recorrido la lotería, el taller de pintura y ha leído en el módulo de animación a la lectura. 
Después de que una fuerte corriente llega sin invitación a las canchas de las escuelas del fraccionamiento, dibujos de colores vuelan mientras los niños del taller de pintura corren tras ellos para continuar con su actividad.
Este es el primer año que Marometa visita Arvento y los habitantes de este lugar, quienes ya están sentados en dirección al teatrino, confirman a gritos que el festival llegó para quedarse. 
Al ritmo de “El ratón vaquero” canción interpretada por la banda municipal, los chicos que esperan la función de títeres bailan moviendo las manos de un lado a otro. Es el turno de “El mambo” y los más valientes pasaron al frente, hicieron un círculo, lo hicieron girar mientras más niños  y niñas se van integrando al divertido momento. Se deshizo el círculo, ahora sí es el turno de los títeres. 
El rescate de la princesa se ha realizado. El caballero ha vencido al ogro cabeza de aguacate. La princesa y el caballero se disponen a tomar el camión cuando los niños son sorprendidos por Víctor Biau, quien ha salido del teatrino con la princesa y el caballero en manos para despedirse y dar el gusto a los pequeños de observar un poquito de lo que sucede detrás del telón durante la función. 
La tarde cae, se ve una triste nube gris que nace en el cerro que se quema, pero el rosado de las nubes, el azul del cielo y las pelotas naranjas que botan en el fraccionamiento Arvento hacen de los últimos momentos de Marometa un día feliz para recordar, y por supuesto, para esperar repetir el próximo año.