Texto: Alejandra Díaz
Después de que el equipo de organización de Marometa infló cientos de balones, cargó materiales para los diversos talleres, fue a San Juan Evangelista con Cuca a recoger barro para el taller; cargó las pelotas, el material de papelería y computadoras a diversos vehículos; instaló toldos, albercas y brincolines; y reunió a un grupo de entusiastas y participativos ciudadanos de la Alameda y funcionarios públicos, el Festival itinerante Marometa 2013 dio inicio en esta delegación. 
Los niños de todas la edades no se hicieron esperar y la magia invadió la plaza de la Alameda, sus habitantes caminaban entre los módulos con la emoción de quien va descubriendo un lugar repleto de actividades divertidas, los niños andaban de un lugar a otro buscando en cuál de los talleres parar por un momento, claro está que sólo por un momento, ya que querían participar en el resto de las actividades; aunque existen excepciones, como Santiago, que desde que llegó, se detuvo en el taller de animación a la lectura y no paró hasta terminar el libro de los derechos de los niños, mientras su mamá lo esperó pacientemente, algunos de los derechos que Santiago dijo haber aprendido fueron “el derecho a ir a la escuela, de que no te peleen tus papás, que tienes derecho a comer y a leer”.
En el kiosco de la plaza la policía comunitaria jugó serpientes y escaleras con un grupo de chicos que esperaban con ansia conocer el premio para el ganador; de fondo, se escuchaban los gritos de quienes prefirieron el futbol y transformaron la plaza en cancha deportiva, así como la voz de Lili organizando los juegos recreativos que animaban a los asistentes a este festival, y en el fondo era posible ver a una mamá bailando llamativamente para mostrar pasos a su hijo y así ayudarlo a ganar el concurso de baile que se realizaba en el momento. 
En la mesa de papiroflexia todos soplaban fuertemente para inflar el balón que ellos mismos realizaron, mientras niños y niñas con variados diseño de maquillaje de fantasía esperaban su turno para que les hicieran un creativo peinado o corte de cabello en el taller del DIF municipal. Algunas chicas, como Alejandra y su hermana Sayuri, prefirieron aprender a programar y animar un lindo gatito, mientras su hermana menor coloreaba en compañía de su mamá. 
Ya casi era la hora de la función de títeres y las mamás esperaban sentadas en las jardineras de la plaza disfrutando de un delicioso helado que hacía más agradable el calor de la tarde, mientras sus hijos terminaban su figura de barro, aunque muchas otras esperaban el momento de poder mostrar sus habilidades con este material y ser partícipes en la elaboración de la figura de sus hijos. Los más de 900 niños esperaron con ansia a los títeres y el momento de recibir su pelota, pero un hecho inesperado hizo que el momento de espera se volviera un momento más para recordar de Marometa, la cantante de ópera Rocío Jiménez, después de una demostración, los hizo exclamar un fuerte y alargado ¡Aaaaaaaaa! con los ojos cerrados, los brazos muy abiertos, el sol pegando de costado en sus rostros y una cara de felicidad que lo único que expresa es el valor del esfuerzo de todo el equipo del ayuntamiento para llevar este festival a todos los rincones del municipio.