Por: Víctor López
A un lado, unos cerros hermosos, enfrente, la lana de Cajititlán. Este lugar es fresco, con sus calles tranquilas. Es Cuescomatitlán, una sede más del Festival Marometa.
En Tlajomulco, la fiesta de los niños, ya tiene dos semanas, comenzó desde el 15 de abril. Hoy, el día 30, es uno de los muchos días que faltan. Esta cuarta edición de Marometa estará en 60 localidades.
Cuexco es un sitio con sus calles con adoquines y su gente cálida. Algunos padres de familia llegan en bici, si prisa. Ya saben que durará poco más de tres horas las actividades.
Hoy, desde temprano, instalaron las actividades culturales y artísticas. El taller de barro, es uno de los más solicitados. El maestro, con las manos enlodadas, y, con su paciencia, les explica a los pequeños cómo hacer una planta, una cabeza, una rana. A veces salen figuras asombrosas. Eso no parece interesarles mucho a los niños, sino sentir la textura del barro preparado, especialmente para moldear.
Martín, el tallerista, tiene años participando en Marometa. Se emociona con los niños, suelta carcajadas, así, espontáneas. Atiende a cada uno de los aprendices, de forma especial y personalizada.
En ocasiones, les cuesta un poco de trabajo darle forma al barro, pero al final se van contentos, explica el maestro Martín.
Los niños hacen una fila larga, en la espera del turno. Además de jugar con la tierra mojada y darle forma, se llevan a su casa, su figura.
Andrea, en cuanto termina su tortuga de barro, se lo presume a su papá.
Es el presente que moldean, con paciencia. “Hablamos mucho de que los niños son el futuro de los niños. ¿Y qué hacemos para eso se haga realidad? Se pregunta  Víctor Castillo, del Instituto de Cultura, Recreación y Deporte.
Es la apuesta de Marometa. Construir un espacio digno para los niños, y honrar que ésta, es Tierra de Niños.